GESSAC

GESSAC

jueves, 12 de diciembre de 2013

ISNA







The Intersex Society of North America (ISNA) is devoted to systemic change to end shame, secrecy, and unwanted genital surgeries for people born with an anatomy that someone decided is not standard for male or female.

Libro Interdicciones





Este libro reúne un conjunto de textos que tienen a la intersexualidad como su cuestión central


Intersexualidad y feminismos




Hortensia Moreno y Eva Alcántara*

Intersexualidad y feminismos
En 1993, apareció en la revista The Sciences el asombroso texto "The Five Sexes: Why Male and Female Are Not Enough", de Anne Fausto-Sterling, sobre la extraña presencia de indicadores biológicos de los dos sexos en ciertos cuerpos. Para ese entonces, el movimiento intersexual había comenzado a perfilarse como una revuelta en contra de la tendencia histórica que colocaba al hermafrodita como el monstruo, el anormal, el criminal, el enfermo.

Aunque la regulación del hermafrodita ha sido una constante histórica, las formas de control han sido múltiples. En el universo de lo humano, al intersexual se le ha obligado a ocupar el lugar de la otredad. Ha sido el monstruo mostrado en el escenario del circo y la carpa de la feria, el criminal quemado vivo en la plaza principal o el cuerpo anómalo que hay que reconstruir en el consultorio y el quirófano.

En el proceso de medicalización del cuerpo intersexual, pautado por los intensos descubrimientos del siglo XX, se trataba de encontrar la verdad del sujeto en su sexo, y la verdad del sexo en alguno de los factores que la ciencia fue investigando con acuciosa minuciosidad: los genitales, las gónadas, las hormonas, los cromosomas, los órganos internos. No obstante, las propias disciplinas médicas se vieron muy pronto rebasadas por la inasible complejidad del sexo, y todavía hoy costaría trabajo establecer desde una sabiduría unificada cuáles son los rasgos que deben contar como esencialmente femeninos o esencialmente masculinos, o aún más allá, como esencialmente humanos.

La conversión del engendro hermafrodita en paciente intersexual podría quizá leerse como un avance humanitario que ofrece la normalización, la cura, la restitución de la figura monstruosa al mundo de lo humano; pero también puede interpretarse como el sometimiento a una intervención involuntaria e irreversible que le quita a la persona intersexuada la mínima autonomía que en siglos pasados es posible intuir menos restringida. Como en un cuento, la imaginación literaria incluso nos permite idear al hermafrodita como un personaje que a veces contó con la posibilidad de administrar la exhibición de su diferencia, para decidir ante quiénes y dónde se mostraría.

Desde que la regulación de la corporalidad ambigua se ubica primordialmente en el ámbito médico, el sujeto desapareció quedando tan sólo el objeto a merced de la lógica de las estructuras hospitalarias. Una lógica, por cierto, heterogénea y a menudo contradictoria. Heredera de la paradójica circunstancia de que, en la ciencia occidental, el sexo se ha interpretado de muchas maneras diferentes, a veces conflictivas.

La lógica de la clínica obedece, por un lado, a las certezas más o menos fugaces de los descubrimientos médicos, al desarrollo de las técnicas y las tecnologías de observación y de intervención, a la coordinación de los servicios y las especialidades clínicas, factores todos ellos que podrían considerarse convincentemente objetivos y alineados en términos del progreso científico. No obstante, es notable que la intervención médica obedezca a criterios culturales que establecen la (i)legalidad de algo que no se puede definir bajo el presupuesto de una diferencia anatómica unívoca y contundente entre los sexos, la cual estaría ubicada primordialmente en las formas genitales.

La paradoja más inquietante del tratamiento médico en los casos de intersexualidad es que el manejo de un paciente no se determina por la aplicación estricta del conocimiento profundo de lo que significa el proceso de sexuación del sujeto humano. Los cada vez más estrictos parámetros desarrollados por especialistas para determinar, anunciar, (re)asignar y corregir el sexo de un infante no parecen ser suficientes para disipar la incertidumbre. Tampoco las tecnologías más sofisticadas eliminan la posibilidad de que la intervención médica resulte devastadora para las vidas específicas de quienes se someten a la lógica de la máquina hospitalaria.

Los y las especialistas a menudo desconocen que sus intervenciones están permeadas por factores de índole cultural presentes, por ejemplo, en los parámetros que indican la longitudcorrecta del pene o la capacidad aceptable de la vagina. Ese primer acercamiento al hospital marcará el destino de la persona que en adelante quedará atada a la institución médica, la cual habrá de proveer las tecnologías y los fármacos para constituir una corporalidad correcta, con los signos de la virilidad o de la feminidad escritos sobre su superficie con la mejor ortografía posible. Mientras no seamos capaces de reflexionar sobre ésta y otras paradojas implicadas en la intervención médica, los resultados del tratamiento continuarán causando estragos incluso en quienes los llevan a cabo.

Los movimientos de personas intersexuales tienen presencia en diferentes países. En su mayoría están conformados por expacientes intersexuales que se oponen al imperio indiscutido de la autoridad médica. Hacen públicas sus experiencias y muestran el atropello que significa intervenir de manera irreversible en el cuerpo de una persona que aún no puede ser escuchada porque, en el momento de la intervención, la persona intersexual todavía no sabe hablar.

Hablará por ella el panel de especialistas, convencido de que es posible asignar a una criatura un sexo irrevocable a partir de la reconfiguración de su constitución corporal. Desde ese punto de vista, mientras menor ambigüedad presente el cuerpo, el sujeto tendrá mayor posibilidad de adaptar su identidad y deseo a los marcos heteronormativos que en el hospital se asocian con la normalidad y la salud. La angustia de la pareja de progenitores que tiene pendiente aún el anuncio del sexo del recién nacido a la comunidad a donde pertenece muestra que la lógica binaria del género es un esquema cultural presente más allá del modelo médico.

Uno de los principales motivos que nos orienta es la pregunta sobre el género originada en el cuerpo intersexuado y sus vicisitudes. La pregunta por la corporalidad legible, con la apariencia más cercana a la normalidad. La pregunta por la ortografía del sexo. Pero también las múltiples e incómodas preguntas por el bienestar y el sufrimiento –rayano en la tortura, según algunas voces– de los cuerpos sometidos a la ingeniería clínica del establecimiento médico.

Junto con Fausto-Sterling, Suzanne J. Kessler ha formulado quizá la más importante crítica del tema desde el feminismo. Porque lo que se ha denominado intersexual –pero también hermafrodita en el pasado y, a últimas fechas, DSD (por las siglas en inglés del conjunto de síndromes denominado trastornos del desarrollo sexual)– es, sin lugar a dudas, asunto del feminismo.

Como lo ha señalado Myra J. Hird, en la medida en que mucha de la teoría feminista continúa operando desde un modelo de dos sexos, el movimiento feminista se enfrenta con momentos de dificultad política y teórica cuando tiene que dirimir el lugar de formas identitarias anormales. ¿Qué significa ser una mujer? ¿En qué medida ser mujer, desde el punto de vista biológico, es la condición sine qua non del posicionamiento de sujeto que origina el feminismo?

Es en la base de esas preguntas donde las experiencias acerca del sexo de las personas intersexuales desafían tanto a la comunidad médica como a la teoría feminista, en la medida en que tanto el pensamiento clínico como el feminismo están predicados en la operación del binario sexo/género. Cuando hay que compartir la experiencia auténtica de ser mujer para pertenecer con pleno derecho al feminismo, la teoría se adhiere al esencialismo que critica. Es entonces que, a pesar de su énfasis sobre el peso de la construcción social de la realidad, el feminismo se desliza peligrosamente en un terreno donde el sexo es interpretado como un real.


*Fragmento del editorial de Debate Feminista. Año 24, Vol. 47, abril de 2013.

ver original...

viernes, 29 de noviembre de 2013

Mesa de Debate


Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM 

Mesa de debate
IDENTIDAD de GÉNERO en MENORES
Dilemas actuales
Martes 12 de noviembre de 2013, 12:00 hrs.
Dirigido a todo público interesado. Acceso gratuito

Participantes: 
Rosa María Álvarez González
Juan Luis González Alcántara
María del Pilar Hernández
Fernando Sosa Pastrana
Eva Alcántara
Elvia L. Flores Ávalos


S E D E:
Aula de Seminarios “Guillermo Floris Margadant” del
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
Para ver UBICACIÓN DEL INSTITUTO y formas de acceder a él, pulse aquí. 
Circuito Maestro Mario de la Cueva s/n, Ciudad de la Investigación en Humanidades, 
Ciudad Universitaria, Delegación Coyoacán, C.P. 04510, México, D. F.
Si requiere información adicional marque el 5622 7474,
 ext: 1768,
fax: 5665 3344; difiij@servidor.unam.mx
www.juridicas.unam.mx

VISITE NUESTRA VIDEOTECA JURÍDICA VIRTUAL, 
EN ELLA ENCONTRARÁ NUESTRAS ACTIVIDADES ACADÉMICAS
(Seminarios, Congresos, Mesas Redondas, Coloquios, Conferencias, etc)
EN VIDEO Y SIN COSTO
http://www.juridicas.unam.mx/vjv/

miércoles, 1 de mayo de 2013

Intersexualidad por principio...






La intersexualidad es una condición poco común por la cual un individuo presenta discrepancia entre su sexo cromosómico (XY / XX), gónadas (testículos / ovarios) y genitales (pene / vagina) , poseyendo por tanto características genéticas y fenotípicas propias de hombres y mujeres, en grados variables. Puede poseer, por ejemplo, una abertura vaginal, la cual puede estar parcialmente fusionada, un órgano eréctil (pene o clítoris) más o menos desarrollado y ovarios o testículos, los cuales suelen ser internos.
Anteriormente se empleaba el término hermafrodita, pero el mismo ha empezado a reemplazarse, pues puede resultar engañoso, insensible y confuso por comparar una característica común en algunas especies de animales y plantas con una condición de nacimiento que ocurre en algunos pocos seres humanos, la cual se asemeja a la anterior solo remota y analógicamente.
En 2006, la Lawson Wilkins Pediatric Endocrine Society (LWPES) y la European Society for Paediatric Endocrinology (ESPE) publicaron un estudio sobre desórdenes intersexuales con el objetivo de elegir una terminología que sea más descriptiva, que refleje más la etiología genética de esta condición (llamar a esta condición "enfermedad" es peyorativo), y que esté ausente de carga peyorativa. Acuerdan llamar a cualquier enfermedad intersexual: "disorders of sex development (DSD)"; en español: "trastornos del desarrollo sexual".

Se dan en distintos grados y con diferente frecuencia, dependiendo de la causa subyacente:

  • Genitales ambiguos al nacer.
  • Fusión parcial de los labios genitales.
  • Genitales con apariencia inusual al nacer.
  • Ausencia o retraso de la pubertad, o cambios físicos inesperados en la misma.
  • En niños aparentes: testículos aparentemente no descendidos (que podrían ser ovarios).
  • En niñas aparentes: masas labiales o inguinales (ingle), que pueden resultar ser testículos.












Frecuencia


Es difícil calcular y establecer con exactitud la frecuencia con la que se da, no solo por la falta de suficientes estudios especializados alrededor del mundo, sino principalmente porque no existen límites claros y definidos acerca de la presencia o no de intersexualidad. La combinación de órganos genitales, cromosomas, gónadas, hormonas y aparato reproductor interno de las personas son algo único en cada persona y, por tanto, las posibilidades son casi infinitas. De hecho, cerca de 1 de cada 2.000 niños nace con genitales que no son fácilmente reconocibles para un adulto. Según la bióloga molecular Anne Fausto-Sterling, profesora de la Universidad de Brown, hasta un 1,7% de la población presentaría en un cuerpo alguna variación de lo considerado totalmente masculino o femenino.
La necesidad o no y el momento de la intervención quirúrgica es algo que es ampliamente discutido. El autor clásico que justificaba las intervenciones era John Money (1921-2006).
Últimamente han comenzado aparecer movimientos integrados por personas intersex quienes, de la mano de nuevas teorías sobre el género como la Teoría Queer, levantan una voz de denuncia sobre las cirugías a las personas recién nacidas.
Denuncian que las cirugías se realizan sin el consentimiento de la persona, cuestionan la pretensión de normalizar los cuerpos y denuncian que, de todos modos, esa normalización nunca se logra. Denuncian que las operaciones son mutilantes:
...…mutilan la diversidad de nuestros cuerpos; mutilan nuestra sensibilidad genital y nuestra capacidad para el goce sexual, nuestra identidad y, en muchos casos, nuestra capacidad para optar por cirugías deseadas al llegar a ser adultos. Mutilan nuestro derecho a decidir aspectos centrales de nuestras vidas, y nuestro sentido de merecer ser queridos y aceptados aún sin cirugías.
Mauro Cabral, activista intersex argentino.
La creación de una categoría específica para la persona intersexual plantea varios problemas, como por ejemplo el riesgo de acarrear una marginación social.
Algunos creen que no debería existir una definición clara y que no es necesario tener una definición legal; otros opinan que ninguna definición podría ser exacta, porque todas las personas son diferentes. Puede ser necesario que las personas intersexuales se identifiquen con algún término referente a su identidad sexual más cercano que el de “varón” o “mujer”.
El mayor problema al que se enfrentan los intersexuales suele ser su incapacidad para decidir por sí mismos su identidad sexual, pues ésta suele habérsele sido asignada por sus padres o médicos. La preocupación de los padres sobre qué nombre ponerle al bebé, o cómo criarlo, puede hacer que lo sometan a intervenciones quirúrgicas que resulten dañinas para su salud, a veces dejando efectos secundarios como dolores, infecciones o pérdida de sensibilidad en los genitales. Es posible que al llegar a la edad adulta el sujeto no se muestre conforme con la identidad asignada, y se considere perteneciente al sexo contrario.
Algunas personas consideran que la clasificación general de las personas en hombres y mujeres es demasiado radical y que en realidad existen más de dos sexos, y por tanto que los individuos intersexuales deberían ser tratados de "manera neutral" hasta que sean capaces de decidir por sí mismos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no es posible tratar a un niño de "manera neutral" como un enfermo de identidad indefinida, sin que su sexualidad deje de ser algo privado, y no se sabe hasta qué punto la educación que reciba durante la infancia condicionará su identidad en el futuro.
La novela "Middlesex", ganadora de un Premio Pulitzer, del autor estadounidense Jeffrey Eugenides examina la historia y dilemas de Calliope Stephanides, el protagonista de la novela, que es intersexual.
La película argentina “XXY”, escrita y dirigida por Lucía Puenzo, aunque no intenta presentar un caso clínico, tiene como protagonista a Alex, una adolescente a la que se le diagnosticó al nacer una hiperplasia suprarrenal. Este diagnóstico la convertiría en una pseudo-hermafrodita femenina.
El manga IS trata los problemas que esas personas enfrentan a lo largo de sus vidas, cómo ganar aceptación por lo que son y su incapacidad para reproducirse.
En 1947 se constató el cuarto caso (comprobado) de intersexualidad, el cual tras examen médico hecho por el doctor
Ferdinand Levin Strauss se comprobó que el paciente disponía de dos penes y una vagina.